El pasado 20 de enero de 2025 falleció Nilda Ester Eraso, Reina Nacional de la Vendimia en 1958, tras varios días de lucha contra su enfermedad.
Su partida dejó un profundo vacío en quienes la conocieron y en todos aquellos que valoran la historia de la Vendimia. Más allá del título que ostentó hace más de seis décadas, Nilda fue parte de la Vendimia durante toda su vida. La vivió con pasión, la celebró y la sintió como propia, convirtiéndose en un símbolo de amor y dedicación a la tradición mendocina.En la reciente Fiesta Nacional de la Vendimia, celebrada este sábado, su nombre fue mencionado junto al de todas las reinas nacionales, pero no se hizo referencia a su fallecimiento ni se le rindió un homenaje especial. Fue una ausencia que dolió, no solo para su familia y seres queridos, sino que seguramente les dolerá también a quienes creen que la Vendimia es más que un espectáculo: es una historia construida por generaciones, con nombres que merecen ser recordados.
La Vendimia ha tenido casi 90 reinas nacionales a lo largo de toda su historia, y cuando alguna de ellas falleció, en la Fiesta mayor siempre se hizo una mención especial. Esta vez, ese reconocimiento no llegó. No hubo palabras, no hubo un instante de homenaje para una mujer que vivió y sintió esta celebración con el corazón.
No se trata de buscar culpables ni de señalar errores, sino de reflexionar sobre la importancia de honrar a quienes han dejado una huella imborrable en la identidad mendocina. Porque la Vendimia no es solo luces, danzas y espectáculos. Es historia, es memoria, es gratitud hacia quienes la hicieron grande. Y Nilda Ester Eraso fue una de esas personas.
La Fiesta Nacional de la Vendimia es una celebración del pueblo, y es el pueblo quien debe recordar y valorar a quienes la han construido con su amor y entrega. Que esto que pasó sirva como una invitación a reflexionar, para que en el futuro no se repitan ausencias que duelan tanto como la de Nilda Ester Eraso. Que su nombre no quede solo en los recuerdos de quienes la quisieron, sino en el corazón mismo de la Vendimia, donde siempre perteneció.