El arbolado de San Rafael está en riesgo. Pablo Giordano, desde Barcelona, reflexiona sobre su deterioro y la urgencia de recuperarlo.
El paisaje de San Rafael ha estado marcado históricamente por su arbolado, un patrimonio natural que no solo embellece nuestras calles, sino que también contribuye al equilibrio ambiental de la ciudad. Sin embargo, en los últimos años, muchos vecinos han expresado su preocupación por el deterioro y la falta de mantenimiento de los árboles y las acequias que los sostienen.
En una carta de un lector a La Ventana San Rafael, Pablo Giordano, sanrafaelino residente en Barcelona, comparte su visión sobre la alarmante situación del arbolado en nuestra ciudad. Desde la nostalgia de su infancia hasta la inquietud por el presente, su testimonio es un llamado a la conciencia y a la acción. ¿Estamos haciendo lo suficiente para preservar nuestro entorno? ¿Qué papel deben jugar las autoridades y la comunidad en esta tarea?
Los invitamos a leer su reflexión y a sumarse al debate sobre el futuro del San Rafael verde que todos queremos.
San Rafael, nuestra ciudad y su arbolado: una reflexión urgente
San Rafael, nuestra ciudad y su arbolado: una reflexión urgente
Vivo en el extranjero desde hace muchos años, pero siempre intento regresar a San Rafael cada vez que puedo, para visitar a mi familia y amigos. El año pasado estuve un mes y medio y noté con tristeza cómo los árboles de nuestra hermosa ciudad se encontraban en mal estado. Me comentaron que la sequía era la principal causa, y es cierto que San Rafael, desde siempre, ha dependido en gran medida de las lluvias y la nieve que cae en la Cordillera para abastecerse de agua.
Este año, sin embargo, la situación ha empeorado de manera alarmante. No solo he observado una gran cantidad de árboles talados, sino también el deterioro y abandono de muchos de los que aún quedan. Las acequias, que históricamente han sido fundamentales para la distribución de agua en nuestra ciudad, están completamente desatendidas, tanto por el Municipio como por los propios ciudadanos. No solo no fluye agua por ellas, sino que la basura acumulada impide que incluso se pueda gestionar adecuadamente lo que queda.
Recuerdo con cariño que el barrio donde nací y crecí solía tener aproximadamente dos árboles por cada casa. Hoy en día, muchas casas ya no tienen árboles o los que quedan están secos, viejos o en condiciones lamentables. Mi calle, que en verano era un túnel de hojas verdes, donde a veces las farolas no lograban atravesar la frondosidad, se ha convertido en un lugar diferente. Recuerdo con nostalgia cómo los vecinos regaban sus plantas y yo mismo jugaba en las acequias.
Hace unos años, se hablaba de una agrupación o un programa municipal que se encargaría de cuidar el arbolado público y el buen funcionamiento de las acequias. ¿Qué sucedió con esa iniciativa? Veo muchas obras nuevas y calles asfaltadas, lo cual sin duda ha transformado la ciudad, pero no podemos permitir que se pierda una de las características más queridas y representativas de San Rafael: los árboles que adornan nuestras calles.
No solo se trata de la estética. Los árboles son esenciales para el medio ambiente, y su preservación es vital para el bienestar de todos. No esperemos a que sea demasiado tarde, a que ya no podamos hacer nada por los árboles que aún quedan. San Rafael es más que cemento y asfalto, es también el verde que nos ha acompañado durante generaciones.
Es hora de que todos, ciudadanos y autoridades, nos comprometamos a cuidar nuestro entorno y a recuperar lo que hemos perdido. ¡No dejemos que San Rafael pierda su esencia!
Atte: Pablo Giordano
Este año, sin embargo, la situación ha empeorado de manera alarmante. No solo he observado una gran cantidad de árboles talados, sino también el deterioro y abandono de muchos de los que aún quedan. Las acequias, que históricamente han sido fundamentales para la distribución de agua en nuestra ciudad, están completamente desatendidas, tanto por el Municipio como por los propios ciudadanos. No solo no fluye agua por ellas, sino que la basura acumulada impide que incluso se pueda gestionar adecuadamente lo que queda.
Recuerdo con cariño que el barrio donde nací y crecí solía tener aproximadamente dos árboles por cada casa. Hoy en día, muchas casas ya no tienen árboles o los que quedan están secos, viejos o en condiciones lamentables. Mi calle, que en verano era un túnel de hojas verdes, donde a veces las farolas no lograban atravesar la frondosidad, se ha convertido en un lugar diferente. Recuerdo con nostalgia cómo los vecinos regaban sus plantas y yo mismo jugaba en las acequias.
Hace unos años, se hablaba de una agrupación o un programa municipal que se encargaría de cuidar el arbolado público y el buen funcionamiento de las acequias. ¿Qué sucedió con esa iniciativa? Veo muchas obras nuevas y calles asfaltadas, lo cual sin duda ha transformado la ciudad, pero no podemos permitir que se pierda una de las características más queridas y representativas de San Rafael: los árboles que adornan nuestras calles.
No solo se trata de la estética. Los árboles son esenciales para el medio ambiente, y su preservación es vital para el bienestar de todos. No esperemos a que sea demasiado tarde, a que ya no podamos hacer nada por los árboles que aún quedan. San Rafael es más que cemento y asfalto, es también el verde que nos ha acompañado durante generaciones.
Es hora de que todos, ciudadanos y autoridades, nos comprometamos a cuidar nuestro entorno y a recuperar lo que hemos perdido. ¡No dejemos que San Rafael pierda su esencia!
Atte: Pablo Giordano
