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Visita San Rafael una familia tradicional circense que recorre el país con el circo Atlas

En la esquina de avenidas Moreno y Urquiza ya tiene desplegada su carpa el circo Atlas, de la mano de una familia de artistas y personas que se han ido sumando al staff, completando un equipo de 15 personas que recorren el país en lo que es un estilo único de vida, que repiten generación tras generación.


Alejandra Montes de Oca tiene 42 años, y es quien dirige el circo Atlas. La mujer que pertenece a una tercera generación circense, ama esta particular manera de vivir. Dialogó con La Ventana San Rafael sobre lo que implica que “el techo” sean los trailers y la carpa donde se desarrollan los espectáculos que les dan de comer.


¿Cómo arranca esta historia?

Mis abuelos vienen desde Italia, eran acróbatas antiquísimos. Después de la II Guerra Mundial, se vienen para estos lados y siguen todas las generaciones acá, haciendo acrobacias, acrobacia aérea, trapecio en altura, distintas destrezas en parte de la familia. Antes las familias eran más numerosas, entonces cada uno tenía que ir eligiendo qué era lo que más les gustaba, o qué destreza le resultaba más simple. Así se arranca en el circo.

Hablás de tu familia materna, ¿no?

Sí, materna. Por el lado de mi papá, ellos eran uruguayos y si bien mis abuelos no eran de tradición de circo, en su juventud, después de los 18 se unen a uno en Uruguay.

Ahí lo tuvieron a mi papá que empezó desde chiquito aprendiendo cosas, viviendo el circo, que es donde “aprendés jugando”. De ahí se vienen para Argentina, se encuentran con la familia de mi mamá en un circo (obviamente), compartiendo una temporada, y desde ahí surge la vida. Esto fue en el 70, aquí en Argentina.

Después yo sigo con la tradición familiar, de vivir, estudiar, practicar las cosas del circo y hoy mis hijos también son parte de la familia circense, y a ellos les ha tocado esa oportunidad de decir tras la pandemia, “si es lo que nos gusta, si no nos gusta, si es lo que elegimos ser”. A veces se dice “vos lo aprendiste de chiquito y es lo que sabés hacer”, pero a lo mejor quieren hacer otra cosa, y creo que la pandemia fue el toque que nos dio, al menos a nuestra familia, para decir “sí nos gusta, sí lo disfrutamos”, y esperamos dos años para volver a arrancar.


¿Mientras tanto?

Mientras tanto, utilizando las herramientas que teníamos para algún trabajo: el herrero del circo era el herrero del pueblo en ese momento, entonces hacíamos los trabajos lo mejor que salía, aprovechábamos y lo realizamos durante la pandemia. Después de esos dos años, dijimos “tenemos que seguir con el circo porque es lo que nos gusta, tenemos que seguir recorriendo”, y hubo que responder “cómo se va a hacer”, porque el circo Atlas tiene muchos trailers, tiene carpas más grandes, más chicas, varios elementos porque viene de generación en generación. Más de 30 años circenses, es como que vamos teniendo de todo.

En lo personal, ¿naciste en un circo?

Nací en un circo, y tengo un hijo que nació en Rosario y el otro en Mar del Plata. Son las circunstancias de la vida, dependiendo por dónde iba pasando el circo. Así fue hace 16 y 18 años.


En cuanto a tu formación, ¿qué sabés hacer?

Empecé como asistente del mago, fui maga y conductora del espectáculo. He realizado otro tipo de destrezas pero no en el espectáculo. Sí las practiqué, pero se ve que la acrobacia no era para mí (risas). Lo mío era estar en el escenario, comunicar. A mí siempre me atrapó la cara de la gente, la cara de los chicos, sacarles el aplauso y contarle a la gente la destreza que estaba realizando el artista.

Además, me fascinaba la parte de la magia, el asombro de los chicos y los papás, ese “compinche” entre el papá, la mamá y el mago que comparten el asombro del niño. Toda esa magia se disfruta mucho desde el escenario.

¿Actualmente?

Soy la conductora del show. Hay otro locutor también.

Hay chicas que hacen magia, pero la juventud también es la preponderante en todo el espectáculo.


¿Qué hay en la función?

Magos, malabaristas, acróbatas, acrobacia aérea… Las particularidades en eso es que se hace sin redes de protección y sin cinturones de seguridad, lo que es el asombro que seguimos generando en cada espectáculo.

Están los motociclistas suicidas en el “Globo de la muerte”, que son el broche de oro del espectáculo, con muchísima adrenalina para grandes, chicos. Van a entre 40 y 60 kilómetros por hora en una esfera de 4 metros y 20 centímetros. Hay mucha adrenalina ahí.

Tradicional, infaltables payasos, que te sacan esa carcajada inesperada… se pasan.

¿Cuántos son?

Somos 15 y después también se toma gente del lugar, para el armado, asistencia al público, publicidad y todo eso.

Si alguien quiere trabajar puede acercarse al circo, todavía hay lugares ya sea para publicidad, limpieza o para atención al público. En estos días que hemos estado en San Rafael y hemos coordinado con algunas chicas de acá, pero algún espacio queda.

¿A tus hijos cómo los ves?

Que disfrutan lo que hacen. Uno es el motociclista y juntos hacen de payasos. Disfrutan, se nota porque le ponen mucha garra, mucho empeño, están preocupados por la parte artística, se ocupan de que a la gente les guste lo que hacen. Creo que es lo que les da la calidad artística. Lo han vivido desde chiquitos, porque su papá era payaso. Obviamente ya no es porque se van renovando, pero lo fue. Ahora les toca el turno a ellos.

Es todo un mundo el de los payasos, tienen todo un idioma: sus zapatos se llaman “chalupas”; los maquillajes se consiguen en dos o tres lugares del país, no vas a cualquier lado a comprarlos; entre las pelucas más lindas hay peruanas, chilenas, acá en Argentina es difícil conseguir pelucas para payasos (tenés que pedirle a alguien y que entienda este mundo).


¿De dónde vienen ahora?

La rutina nuestra post-pandemia, ha sido tratar de recorrer una provincia durante un año, recorrer cada localidad, cada punto. El año pasado estuvimos en toda Mendoza, y nos faltaba San Rafael, nos había quedado pendiente y creemos que en esta oportunidad, para el verano, era el momento ideal para aprovechar y acercarnos. No sé si será uno de los últimos puntos, pero estamos viendo para marzo generar un recorrido por Córdoba, rumbo a Buenos Aires.

¿Han salido de Argentina?

Sí, países limítrofes hemos recorrido (con material o sin material), brindando solamente el espectáculo allá, fuimos a Chile, Paraguay, Uruguay. Es un poco el panorama de lo que hemos hecho en 30 años.

¿Quién escribe guiones o argumento del espectáculo?

En realidad es más tradición, y los más grandes van comentando cómo era antes, cómo lo vivieron, cómo lo hacían y desde ahí se va transmitiendo y se va renovando. Hoy en día está la facilidad de ver videos, ver lo que se hace afuera, lo que hace que sea más fácil abrir la mente.

Ya sin el mundo de los animales en los circos, se tuvo que aggiornar muchísimo el espectáculo, y captar la onda para que los grandes –que estaban acostumbrados a ver animales– vuelvan a tener ganas de ir al circo. Yo viví la etapa de los animales, tengo alguna foto con un cachorro de león a upa, y eso no está más. Una criaba con mamadera a esos animales. Para el espectáculo, hubo que meterle mucho riesgo y adrenalina para que la gente tuviera ganas de ir al circo.

Con el tiempo, con la excusa de que tenían que volver al circo para llevar a los más chicos, se dieron cuenta de que estaba bueno igual, que la pasaban bien, que se mataban de risa.

Cabe decir que el espectáculo que brinda el circo Atlas dura 1 hora y 40 minutos. Hay funciones los viernes a las 21.30; sábados y domingos, 19.30 y 21.30; y los lunes a las 21.30.
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