El módulo, denominado “Francotirador lunar”, descendió en el satélite natural con un sistema de precisión sin precedentes. Sin embargo, según la última información, sus paneles solares se quedaron sin energía para operar y el futuro de la misión es una incógnita.
Japón se convirtió en el quinto país en llegar a la Luna, en un acontecimiento científico sin precedentes. Pero el suceso no estuvo exento de obstáculos: si bien en un primer momento desde la Agencia Japonesa de Exploración Espacial (JAXA) anunciaban el éxito de la misión SLIM, luego la transmisión en vivo se cortó. Horas después, el equipo a cargo explicó que como la nave estaba mal orientada sobre el suelo lunar podría quedarse sin energía para operar. Hasta el momento, la comunicación con la Tierra funciona y “hay esperanza” de que todo el sistema se restablezca, según informaron en conferencia de prensa. De cualquier manera, Japón se suma a Estados Unidos, Rusia, China e India, el elenco de países que conquistaron la Luna al menos en una oportunidad.
SLIM, que había sido lanzado en septiembre e ingresó en la órbita lunar hacia Navidad, inició su descenso sobre la medianoche japonesa a una velocidad de 1700 metros por segundo y en 20 minutos consiguió posarse sobre la superficie. Lo hizo gracias a su sistema de “ojos inteligentes”: cámaras con programas de reconocimientos de imágenes, que le permitieron el reporte de obstáculos y su elusión. De hecho, allí consiste su principal virtud y signo distintivo: el módulo denominado coloquialmente como “Francotirador lunar” no solo debía alunizar sino que también lo tenía que hacer específicamente donde tenía planeado. En teoría, el sistema de aterrizaje preciso marcaba una diferencia con las misiones exitosas del pasado que dejaban un margen más amplio al momento de descender en la superficie del satélite.
Un mecanismo de alunizaje sofisticado que se explica de manera muy concreta: mientras que las misiones anteriores se proponían zonas extensas de al menos 10 kilómetros para aterrizar, esta solo dejó un margen de 100 metros. Así, fue posible su llegada a la zona del cráter Shioli, cercana al Mar de Néctar, caracterizada por la presencia de roca volcánica. Desde aquí, analizará los minerales presentes en el lugar con el objetivo de que su estudio arroje más pistas sobre el origen del satélite. Sin embargo, para eso falta: primero habrá que ver si, después de todo, está en condiciones de operar como estaba diagramado.
Robots y juguetería
A bordo, SLIM traslada dos robots del tamaño de un microondas y de una pelotita de tenis, dotados de cámaras, termómetros e intercomunicadores para notificar en tiempo real la información que vayan extrayendo. Desde la Tierra, el equipo de ingenieros y especialistas serán los encargados de evaluar cómo marcha su trabajo de aquí en adelante.
Una de las principales curiosidades es que en la fabricación de las tecnologías, además de JAXA, Sony y la Universidad de Doshisha, participó el fabricante de juguetes Takara Tomy. Según informaron, la compañía tuvo un rol fundamental en el diseño de uno de los robots de exploración lunar, inspirado --en parte-- en los androides del estilo Star Wars.
El objetivo es lanzar al espacio tecnologías inteligentes que permitan un acercamiento más preciso a la Luna. Explorar el satélite será clave en la confirmación de la existencia de agua y otros recursos naturales que podrían servir de cara a las próximas décadas y potenciar los traslados aeroespaciales. De aquí a unos años, la Luna, a la que poetas y enamorados dedicaron su tiempo, podría devenir en una estación de servicio espacial.
Quinto en discordia
Primero fueron los barcos, luego los aviones y ahora las naves espaciales: así es cómo las superpotencias fueron perfeccionando, conforme transcurrieron los siglos y los adelantos, los medios de transporte para invadir latitudes a priori impensadas. En la actualidad, Japón le recuerda a Estados Unidos y Rusia que este no es el mundo bipolar que solo contaba con dos actores capaces de construir tecnologías para llegar al satélite natural, sino que el planeta asiste a un presente multipolar. A estos dos países se sumaron China e India: la última misión del gigante asiático fue la sonda Chang'e 4, que fue colocada en el lado oscuro de la Luna en enero de 2019; mientras que India hizo lo propio en agosto de 2023 con la misión ‘Chandrayaan-3.
Esta semana, EE.UU. sufrió un revés considerable cuando la nave Peregrino 1 --misión privada apoyada por la NASA-- falló en su intento de llegar a la Luna. Buscaba hacerlo luego de medio siglo y la tecnología creada por la empresa Astrobotic terminó en el Océano Pacífico. A pesar de que en aquella ocasión, desde la agencia espacial norteamericana afirmaron que “cada misión es una oportunidad para aprender”, no se puede ocultar que la preparación de cara al proyecto Artemisa no marcha como se esperaba.
En 2025, Japón e India ya están trabajando en una misión conjunta para enviar nuevos robots a la Luna. La competencia al espacio arde y cada vez son más los jugadores que piden pista y se animan a lo imposible.
Japón se convirtió en el quinto país en llegar a la Luna, en un acontecimiento científico sin precedentes. Pero el suceso no estuvo exento de obstáculos: si bien en un primer momento desde la Agencia Japonesa de Exploración Espacial (JAXA) anunciaban el éxito de la misión SLIM, luego la transmisión en vivo se cortó. Horas después, el equipo a cargo explicó que como la nave estaba mal orientada sobre el suelo lunar podría quedarse sin energía para operar. Hasta el momento, la comunicación con la Tierra funciona y “hay esperanza” de que todo el sistema se restablezca, según informaron en conferencia de prensa. De cualquier manera, Japón se suma a Estados Unidos, Rusia, China e India, el elenco de países que conquistaron la Luna al menos en una oportunidad.
SLIM, que había sido lanzado en septiembre e ingresó en la órbita lunar hacia Navidad, inició su descenso sobre la medianoche japonesa a una velocidad de 1700 metros por segundo y en 20 minutos consiguió posarse sobre la superficie. Lo hizo gracias a su sistema de “ojos inteligentes”: cámaras con programas de reconocimientos de imágenes, que le permitieron el reporte de obstáculos y su elusión. De hecho, allí consiste su principal virtud y signo distintivo: el módulo denominado coloquialmente como “Francotirador lunar” no solo debía alunizar sino que también lo tenía que hacer específicamente donde tenía planeado. En teoría, el sistema de aterrizaje preciso marcaba una diferencia con las misiones exitosas del pasado que dejaban un margen más amplio al momento de descender en la superficie del satélite.
Un mecanismo de alunizaje sofisticado que se explica de manera muy concreta: mientras que las misiones anteriores se proponían zonas extensas de al menos 10 kilómetros para aterrizar, esta solo dejó un margen de 100 metros. Así, fue posible su llegada a la zona del cráter Shioli, cercana al Mar de Néctar, caracterizada por la presencia de roca volcánica. Desde aquí, analizará los minerales presentes en el lugar con el objetivo de que su estudio arroje más pistas sobre el origen del satélite. Sin embargo, para eso falta: primero habrá que ver si, después de todo, está en condiciones de operar como estaba diagramado.
Robots y juguetería
A bordo, SLIM traslada dos robots del tamaño de un microondas y de una pelotita de tenis, dotados de cámaras, termómetros e intercomunicadores para notificar en tiempo real la información que vayan extrayendo. Desde la Tierra, el equipo de ingenieros y especialistas serán los encargados de evaluar cómo marcha su trabajo de aquí en adelante.
Una de las principales curiosidades es que en la fabricación de las tecnologías, además de JAXA, Sony y la Universidad de Doshisha, participó el fabricante de juguetes Takara Tomy. Según informaron, la compañía tuvo un rol fundamental en el diseño de uno de los robots de exploración lunar, inspirado --en parte-- en los androides del estilo Star Wars.
El objetivo es lanzar al espacio tecnologías inteligentes que permitan un acercamiento más preciso a la Luna. Explorar el satélite será clave en la confirmación de la existencia de agua y otros recursos naturales que podrían servir de cara a las próximas décadas y potenciar los traslados aeroespaciales. De aquí a unos años, la Luna, a la que poetas y enamorados dedicaron su tiempo, podría devenir en una estación de servicio espacial.
Quinto en discordia
Primero fueron los barcos, luego los aviones y ahora las naves espaciales: así es cómo las superpotencias fueron perfeccionando, conforme transcurrieron los siglos y los adelantos, los medios de transporte para invadir latitudes a priori impensadas. En la actualidad, Japón le recuerda a Estados Unidos y Rusia que este no es el mundo bipolar que solo contaba con dos actores capaces de construir tecnologías para llegar al satélite natural, sino que el planeta asiste a un presente multipolar. A estos dos países se sumaron China e India: la última misión del gigante asiático fue la sonda Chang'e 4, que fue colocada en el lado oscuro de la Luna en enero de 2019; mientras que India hizo lo propio en agosto de 2023 con la misión ‘Chandrayaan-3.
Esta semana, EE.UU. sufrió un revés considerable cuando la nave Peregrino 1 --misión privada apoyada por la NASA-- falló en su intento de llegar a la Luna. Buscaba hacerlo luego de medio siglo y la tecnología creada por la empresa Astrobotic terminó en el Océano Pacífico. A pesar de que en aquella ocasión, desde la agencia espacial norteamericana afirmaron que “cada misión es una oportunidad para aprender”, no se puede ocultar que la preparación de cara al proyecto Artemisa no marcha como se esperaba.
En 2025, Japón e India ya están trabajando en una misión conjunta para enviar nuevos robots a la Luna. La competencia al espacio arde y cada vez son más los jugadores que piden pista y se animan a lo imposible.
Fuente: Página 12