A metros del kilómetro cero de San Rafael, se ubica el puesto de Juan Carlos Vidal, un sanrafaelino de 80 años, amante de la literatura, que le ha dedicado la vida a los libros. Allí los ofrece, los vende y especialmente posee obras destinadas a niños.
En una época en la que las tecnologías crecen a diario, la literatura ha quedado algo olvidada, abandonada salvo para algunas personas que devoran páginas a diario, sin dudarlo. Tal es el caso de Juan Carlos Vidal, quien además de leer por gusto, por pasión, también necesita en su mente aunque sea una buena parte del material que ofrece.¿Cómo surgió este negocio, este trabajo?
Tenemos que trasladarnos al año 1979, cuando empecé a vender libros puerta a puerta. Llevo en la actividad 44 años. Lo hice también en Mendoza donde he trabajado más de 20 años, en Chile 10 años y el resto acá en San Rafael. Siempre en el rubro.
Claramente usted es un apasionado de la lectura, ¿no?
Sí, quizás no leo todo lo que debería por lo que vendo, ya que a veces uno se inclina más por las cosas que le interesan, porque realmente son muchos (más de 3.000 títulos que uno tiene permanente, entonces es imposible retener todo), pero sí en cuanto a materia puedo hablar porque uno se va ilustrando con la misma gente que le pregunta. Se obliga un poco a conocer más, uno va aprendiendo permanentemente.
En su puesto tiene la Biblia en distintos tipos, ¿es por una razón ideológica?
Tengo mis ideas religiosas, pero con la venta no tiene nada que ver. Es un rubro más. Yo estudio la Biblia, pero lo que yo estudio no lo vendo.
¿Cómo se compone su familia?
Soy casado, tengo cuatro hijos y adolescentes todos. Vivimos todos juntos, uno de ellos está recién casado así que somos poquitos en casa por ahora.
¿Cómo ve la lectura en la gente? ¿Leen o leen menos?
Llevo más de cuatro décadas trabajando con libros, haciendo esto, y lo que veo es que hubo como un “lapsus” en el que la gente no se preocupó tanto por la lectura, pero hoy, a partir de la intromisión de los celulares, los padres se desesperan porque los chicos no aprenden como se aprendía antes. Hoy dan las tareas inclusive por WhatsApp, por mensajes, y hay otro método de estudio que hace que se investigue menos. Las enciclopedias se venden muy poco, los diccionarios también, pero no es porque la gente no consulte sino porque tiene dónde consultar en el celular.
La venta de libros ha aumentado pero en el rubro infantil, porque hoy los padres se preocupan porque no quieren que los chicos lleguen a los 20 años sin saber leer bien o escribir bien, a causa de que no han escrito casi nunca.
¿Mala comprensión lectora?
Exactamente. Los chicos tienen velocidad para leer, pero la velocidad para leer no es buena porque no permite profundizar; se lee por arribita, los puntos más importantes y con eso uno puede hacerse una idea de lo que tiene que llevar o rendir, entonces no se profundiza bien. Para mí no hay como el papel, porque uno repasa, subraya, vuelve a verlo, mientras que en el celular es distinto, es todo velocidad, tratar de conocer para rendir y no conocer por el conocimiento mismo.
El secreto para mí es que los padres lean para que los niños vean que ellos leen, que estudian, entonces ese hábito ellos lo ven como algo natural, pero si a papá o a mamá no los ven nunca leer nada, no se le puede decir al niño “no has estudiado”, “no lees”, “no te gusta leer”. Como dice el dicho, “se educa con el ejemplo”.
Con 80 años, usted seguramente es jubilado, pero igualmente trabaja y eso también es ejemplo, ¿le parece?
Sí, me encanta trabajar. Creo que trabajaría de cualquier modo, pero la jubilación es corta entonces me hace muy bien trabajar. Si no, me mantiene activo y voy a seguir trabajando hasta que pueda. Tengo un stand que me permite estar quieto, no gastar tanta energía y trabajar lo mismo.
La última: ¿Un autor?
Hay tantos… (Risas) Desde Sócrates, Platón, Aristóteles en adelante… y si vamos a nosotros, Alberdi, Sarmiento… de todo.