En un lamentable episodio durante el "Clásico sudamericano" entre Brasil y Argentina por las Eliminatorias Sudamericanas, la Policía Militar brasileña protagonizó una violenta represión contra los hinchas argentinos en el estadio Maracaná.
Ante estos hechos, la Conmebol emitió un comunicado oficial en sus redes sociales, aunque su postura generó controversia al parecer haberse "abierto de patas" al dejar toda la responsabilidad en manos de la FIFA.
Durante la ceremonia de los himnos previos al encuentro, la policía brasileña arremetió con palazos y agresiones verbales contra los seguidores argentinos que se habían congregado para apoyar a su equipo, provocando una escalada de violencia que preocupó tanto a los jugadores como a los organizadores del evento.
El equipo dirigido por Lionel Scaloni reaccionó ante la situación y se acercó a las tribunas para intentar calmar los ánimos, llegando al punto de no iniciar el partido hasta que la tensión disminuyera. A pesar de los disturbios, el encuentro se llevó a cabo, con Argentina ganando por 1-0 gracias al gol de Nicolás Otamendi.
Las imágenes de la represión policial circularon rápidamente por todo el mundo, generando un repudio internacional y colocando a la Conmebol en el ojo de la tormenta. En respuesta, el ente sudamericano emitió un comunicado condenando los hechos y manifestando su compromiso con la erradicación de la violencia, el racismo, la xenofobia y la discriminación en el fútbol.
Sin embargo, la sorpresa llegó cuando la Conmebol, presidida por Alejandro Domínguez, se deslindó de cualquier responsabilidad sobre la organización de las clasificatorias para la Copa del Mundo. En el comunicado, la entidad dejó claro que "la CONMEBOL no es organizadora de las clasificatorias a la Copa del Mundo", atribuyendo la elaboración de normas, investigaciones y posibles sanciones exclusivamente a la FIFA.
Esta postura de la Conmebol, al parecer, abre la puerta a críticas y cuestionamientos sobre su capacidad para gestionar y salvaguardar la integridad de los eventos que organiza, dejando toda la responsabilidad en manos de la FIFA y generando incertidumbre sobre su papel en situaciones de este tipo en el futuro.