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Alumnos de la escuela Manuel I. Molina de San Rafael aprenden sobre hongos comestibles para emprender

La capacitación busca que los estudiantes puedan generar un microemprendimiento artesanal cuando egresen, sustentado en el nuevo paradigma a nivel mundial: producir alimentos en forma inclusiva y sostenible.


Estudiantes de 4° año, de 3ª y 5ª división de la escuela 4-087 Manuel Ignacio Molina, de San Rafael, estudian los conocimientos básicos del cultivo de hongos comestibles para aplicarlos en futuros emprendimientos.

La iniciativa se encuentra inspirada en los “Objetivos de Desarrollo Sostenible” (ODS), establecidos por Naciones Unidas, con 17 metas interrelacionadas a alcanzar en 2030 que promueven el bienestar de la humanidad y un futuro sostenible para todos, con desafíos como la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, la prosperidad, la paz y la justicia.


Este plan maestro entiende que los sectores alimentario y agrícola ofrecen soluciones centrales para el desarrollo y la eliminación del hambre y la pobreza.

En ese contexto la fungicultura es una oportunidad de inserción laboral desde el auto-empleo, considerando que la actividad requiere poco espacio y bajo costo de inversión, y tiene rápida amortización. Además, es una producción sustentable debido a que permite aprovechar residuos de otras explotaciones agrícolas e incluso utilizar sus propios residuos para la fertilización de suelos, prevención de pestes y biorremediación de suelos contaminados.


La iniciativa educativa se enmarca en el proyecto institucional desarrollado por los profesores Mónica Barroso y Lautaro Atencio, a cargo del espacio curricular “Metodología, Prácticas e Instrumentos en las Ciencias Naturales”, quienes diseñaron una guía de investigación en un entorno de laboratorio desde la inoculación hasta la cosecha con el propósito que los adolescentes observen y analicen el crecimiento de los hongos en diferentes condiciones ambientales y los factores que influyen en su rendimiento y calidad.

El trabajo comenzó en mayo y culminará en los meses de octubre o noviembre con una degustación de este proteico y delicioso alimento, de gran valor en la industria gastronómica y medicinal. Actualmente, se encuentra en la etapa final, donde una vez que el inóculo toma el tronco comienzan a fructificar los hongos.

Cultivo ecológico y ancestral

Entre los fundamentos de la propuesta de estudio, se consideró que el cultivo de hongos es una actividad rentable y accesible al productor, respetuosa del medio ambiente, con una amplia gama de subproductos de industrias agroforestales que pueden ser aprovechados como materia prima y por sus propiedades nutricionales, como son el alto porcentaje de proteínas, de vitaminas (A, B1, B2, B6, B12, C, D2, D3, niacina, provitamina D2), minerales (hierro, potasio, fósforo, cobre, selenio, calcio, magnesio, manganeso, zinc), fibra dietética, proteínas fúngicas inmunomoduladores y muchos compuestos bioactivos, como glucanos y un bajo contenido calórico.

En ese sentido en el proyecto se destaca que “este cultivo se basa en un modelo de producción cíclico, de economía circular, sustentable y equitativo, ya que plantea un uso racional de los recursos utilizados en todas las fases de la producción y la reutilización de los subproductos, en contraposición de los sistemas de producción lineales de la postrevolución industrial que generan grandes volúmenes de basura y residuos sin reutilización ni disminución de los subproductos surgidos del procesamiento. Por ello, es una alternativa a las demandas del actual contexto internacional, considerando el crecimiento constante de la población y los perjuicios de la agricultura extensiva sobre los suelos y la biodiversidad”.


Más adelante, el documento agrega que “si bien el cultivo de hongos ha acompañado a diversas comunidades durante la historia de la humanidad, y es de importancia económica para países como China, México y Brasil entre otros, con operaciones comerciales de alto valor agregado, superiores a los 6.000 millones de dólares, en Argentina hay una industria inexplorada de alto potencial, por la condiciones ambientales, el fácil acceso a la materia prima y donde la biodiversidad necesita de forma urgente aliados productivos que permitan su conservación”.

Fuente: Prensa DGE
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