A mediados de 2022, el femicidio de Carla Agostina Trigo conmocionó a Mendoza y todo el país. La joven oriunda de San Martín tenía 22 años y era madre de un niño. Fue engañada con una publicación que ofrecía trabajo de niñera en Facebook y así cayó en manos de un hombre que la violó, asesinó y descartó su cadáver en una bodega abandonada del Este provincial.
Casi un año después, el fiscal de San Martín-La Colonia Martín Scatareggi finalizó la instrucción y elevó la causa a juicio, por lo que el acusado, Diego Armando Caballero Plaza (36), debía enfrentar a un jurado popular y arriesgaba una prisión perpetua.
Sin embargo, la defensa del imputado decidió esquivar ese proceso y acordó con la Fiscalía resolver la situación de su cliente mediante un debate abreviado final, en el que confesaría los hechos que lo dejaron tras las rejas.
Este miércoles se celebró la audiencia en la que Caballero admitió la autoría del crimen de Trigo frente al juez Armando Martínez, quien homologó el acuerdo entre las partes y dictó la sentencia por la pena máxima por los delitos de homicidio agravado por mediar violencia de género (femicidio) en concurso ideal con homicidio criminis causa, en concurso real con abuso sexual con acceso carnal.
De la sesión participaron la abuela y la madre de Trigo, quienes estuvieron representadas a lo largo del proceso por los abogados Estefanía Araya y Maximiliano Legrand, respectivamente. Antes del juicio abreviado, se unificó la querella y desde ambas partes se mostraron conformes con el fallo.
Un “ciberdelito” fatal
El lunes 4 de junio, las fotografías de Agostina Trigo comenzaron a viralizarse a través de cuentas de redes sociales del Este provincial. Familiares y allegados iniciaron una campaña para encontrarla, ya que había desaparecido la noche del día anterior.
Las horas posteriores a la denuncia de paradero que radicó su abuela, con quien residía, fueron de total preocupación. A los detectives les llamó la atención que la joven salió de su casa para buscar trabajo y jamás regresó, más aún teniendo en cuenta que dejó a su hijito de 4 años.
Según relataron sus familiares, Agostina estuvo buscando alguna oportunidad laboral y mantuvo contacto con un camionero que buscaba una niñera en grupos de Facebook, para que cuidara a sus hijos.
La joven accedió a tener una suerte de entrevista con el hombre, quien la citó el domingo 3 a las 20 en la plaza de la localidad de Buen Orden. El sujeto se excusó con que ese era el único horario que tenía disponible para reunirse con ella, debido a la cantidad de viajes que realizaba con su camión.
Trigo necesitaba el trabajo y accedió al pedido, por lo que después de celebrar ese día el cumpleaños de su hijo, salió de su vivienda para tomar un colectivo que la acercaría al lugar.
Cuando descendió del ómnibus, tuvo un último contacto con su abuela. Le dijo que estaba esperando que la pasaran a buscar. Minutos más tarde, dejó de contestar y su celular ya no registró actividad.
La búsqueda de Agostina se extendió hasta el miércoles 6, cuando policías dieron con su cadáver en el interior de una vieja bodega abandonada, ubicada en carril Norte y calle Robert, a unos cuatro kilómetros de la plaza donde había sido vista por última vez con vida.
El cuerpo de la muchacha presentaba un golpe en la nuca, cuatro heridas de arma blanca y también se comprobó que había sido víctima de un abuso sexual, ya que se detectaron restos de semen.
En un primer momento, los detectives creían que realmente un camionero había sido el autor del asesinato, pero con el paso de los días descubrieron que todo se trató de un engaño, perpetrado por un sujeto que utilizó una identidad falsa para captar a la joven a través de Facebook.
La clave estaba en las redes sociales y los pesquisas lo sabían. Incluso, el ministro de Seguridad, Raúl Levrino, y el fiscal en jefe de la UFI San Martín-La Colonia, Oscar Sívori, quien supervisó la investigación, calificaron el hecho como un ciberdelito.
Por eso, colaboraron en la instrucción el personal de la División Delitos Tecnológicos de la Policía de Mendoza y se realizó un profundo análisis de celulares, chats, perfiles y actividad en redes sociales de la víctima, para dar con el autor del hecho.
Cómo cayó el autor
De esa forma, los sabuesos informáticos detectaron que la cuenta de Facebook de Trigo había sido activada en los días posteriores a su muerte. Es más, la utilizaron para chatear con personas de su círculo íntimo, con la intención de incriminar a un hombre como autor del hecho de sangre y despistar a los investigadores.
El sujeto que era mencionado en esas conversaciones fue identificado y se constató que no tenía antecedentes. Eso sí, llamó la atención que semanas atrás había denunciado un abuso sexual contra su hija. El sindicado en esa causa era Diego Caballero, quien no había sido detenido por el hecho y se encontraba en libertad.
Los detectives profundizaron sobre el perfil de Caballero y sospechaban que podía estar involucrado en el femicidio de Trigo. Aunque no tenían ninguna prueba que lo comprometiera, hicieron una arriesgada jugada: reactivaron la pesquisa por la denuncia de abuso y practicaron un allanamiento en su domicilio.
A través de esa medida judicial, se incautó en la vivienda de Caballero un papel que tenía el número de celular de Agostina, su nombre y la frase “busca trabajo”. Esa prueba se transformó en la clave para imputar a presunto autor y encaminar la instrucción.
Posteriormente, Caballero quedó aún más comprometido en la causa, ya que, a través de un cotejo genético, se confirmó que eran suyos los restos de piel, cabello y semen hallados en el cuerpo de la víctima.
Acorralado por las pruebas, poco más de 14 meses después del hecho, terminó reconociendo la autoría del crimen frente a un juez y lo condenaron a la única pena posible para el delito que cometió: prisión perpetua.
Fuente: El Sol