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Un país fundido por la eterna inoperancia




Faltan 8 meses de estrés, sorpresa y sobresaltos.


La tremenda disparada del dólar, fruto del dislate y anarquía que vive el país, es una muestra de esto.

Más de cien por ciento de inflación y más de 40% de los argentinos bajo la línea de pobreza son la muestra de una crisis profunda, estructural, desesperante que hoy vivimos. Por solo señalar dos indicadores.

La inseguridad en aumento que se vive especialmente en provincia de Buenos Aires, CABA y las ciudades capitales importantes del país, que pasa de robos a asesinatos en ocasión de robo y nos hace dudar sobre en qué situación regresaremos a nuestras casas.

El fracaso de la actual dirigencia (oficialistas y oposición), no es necesario explicarlo, es estrepitoso y lo peor de esto es que atado a él, arrastra nuestra vida, nuestra actividad económica, nuestro bienestar social, nuestra cotidianeidad, derechos y futuro. Nuestros dirigentes lograron acabar con el endeble bienestar de que muchos argentinos disfrutaban, logrado con mucho esfuerzo, durante toda la vida.

Lo más grave de todo es que no saben cómo sacarnos de esto. No generaron ideas nuevas, no pudieron contener la inflación, dejar de emitir, achicar el estado, facilitar la creación de riqueza y empleo para no caer en esta crisis que, lamentablemente, ya pasó a ser histórica.

Endeudarse y endeudarse sin parar, usar al Banco Central como herramienta de la política, emitiendo papeles que cada vez tienen menos valor fueron acciones que ya, cerca al final de la gestión comienzan a mostrar las consecuencias indeseadas y que el próximo gobierno deberá afrontar.

Y ahí, es cuando vemos con susto el futuro. Es evidente que el sector político no está acompañando a la comunidad argentina y mucho menos al sector privado. En su carrera por el poder, están en otra cosa, alejados de la realidad que hoy ocurre.

En este contexto, por supuesto que los empresarios no saben qué hacer. Reducen sus actividades al mínimo, por incertidumbre no se cierran negocios, no generan y al contrario restringen la creación de empleos, los que no se ven obligados a despedir colaboradores. Enfrentan un cansancio extremo por no poder planificar y mucho menos, confiar en un futuro, próximo y a mediano plazo.

Y la economía sigue, por supuesto.

En el caso de Mendoza, alimentada por nuestros vecinos trasandinos que ante la depreciación de nuestra moneda aprovechan para venir a surtirse de productos que en su país son más costosos. Esto alimenta a algunos sectores económicos locales e indirectamente, perjudica a los mendocinos de a pie. Falta de stock y aumentos de precios más profundos debido al incremento de la demanda, son algunas de las consecuencias de todo esto. La inflación de Mendoza (8.3%) superior a la media nacional es un ejemplo de esto.

Somos un país fundido por la eterna inoperancia de nuestra clase dirigente, independientemente de la gestión de que se trate.

El deterioro al que hemos llegado no puede ser producto solo de cuatro años de gestión pero el condicionamiento producido por la deuda exorbitante que tenemos, que aumenta cada vez más y que compromete nuestro presente y nuestro futuro va a marcar nuestro camino por muchos años más.

La inflación estructural que raramente fue menor a un dígito, a lo largo de nuestra historia, también es un problema que no pudo resolverse y acompaña prácticamente nuestra idiosincrasia.

No encontramos respuestas a estos problemas crónicos. Pasamos de recetas remanidas a ideas alocadas, de inacción absoluta hasta impericia extrema. De planes expresamente perjudiciales a inacción exasperante. Nada de eso funcionó. Pero también, nada de eso pudo destruir completamente el entramado social y económico de nuestro país.

Nosotros no bajamos los brazos pero aprendemos de los errores. Nunca más votar a improvisados o a salvadores o a “cipayos”.Necesitamos ser el país que Belgrano, San Martín y tantos héroes anónimos soñaron que seríamos y queremos participar en esa nueva gesta. Argentina puede ser mucho más que lo que somos hoy.

Daniel Ariosto
Presidente de UCIM



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