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Represión en la Departamental: Detalles de la declaración de testigos en la audiencia 11º

Represión en la Departamental: Detalles de la declaración de testigos en la audiencia 11º



En la audiencia de este miércoles declararon Isidro Humberto Calívar, Marta Susana Agazzini y Hugo Aldo Horacio Gamboa. Calívar y Agazzini pasaron por los sótanos de Tribunales, centro clandestino de detención conocido como “la Departamental”, mientras que Gamboa se refirió a la detención y desaparición de su cuñado, Ricardo Ríos. La próxima audiencia será el miércoles 6 de octubre a las 9:30.


Detenido en la Departamental


Isidro Calívar tenía 32 años cuando fue detenido la noche del 23 de marzo del 76 y trasladado primero a la Seccional 8 y luego a la Departamental, como se conocía al Centro Clandestino de Detención (CCD) que funcionaba en los tribunales. De la detención participaron militares —quienes lo subieron a un camión del Ejército— y también policías de Investigaciones, precisó el testigo. Como partícipes de ese operativo recordó al mayor Suárez y al oficial Aníbal Guevara, “que había sido superior mío cuando cumplí el servicio militar”; también al capitán Luis Stuhldreher.




Previo a la detención, los uniformados revisaron completa la casa, que era del padre de Calívar, y secuestraron revistas Gente y Siete Días, entre otras pertenencias menores. En ese interín, Calívar reconoció al principal Gutiérrez. “Yo inauguré los calabozos de chapa” señaló sobre ese sitio por donde pasaron cientos de detenidos y detenidas por razones políticas. Fue liberado el 20 de mayo junto con Juan Pedro Angeliza, recordó.

“El dueño del pueblo, el mayor Suárez, me dio la libertad. Le pedí un certificado para mi trabajo porque había faltado dos meses. Me hizo hacer con un abogado un certificado por treinta días menos. Entonces le reclamé a Suárez y me dijo que volviera al otro día”. Calívar se presentó al día siguiente, pero en lugar de darle un certificado, Suárez lo hizo detener nuevamente, por otros sesenta días.

“Cuando me pasaron al sótano me dieron una lata de batata para que hiciera mis necesidades. Me pasé los sesenta días vendado con una frazada que debe haber sido de la cucha de un perro porque estaba muy hedionda”, manifestó el testigo. Isidro Calívar compartió cautiverio con Roberto López —del Partido Comunista—, con Alfredo Porras, Francisco Tripiana, José Ortemberg, Hugo Riera y Armando Dauverné.

Mencionó como única militancia política que era delegado de la zona Sur de lo que en ese momento se llamaba Servicios Sanitarios (Obras Sanitarias). Durante su detención fue golpeado por el mayor Suárez con su arma “en el brazo derecho y en la cabeza, que pegó contra la pared por la fuerza del golpe”, recordó. Recordó a una empleada de Tribunales que al segundo día le preguntó si necesitaba algo y le trajo dos frazadas “porque los dos primeros días dormí sobre un banco de cemento con un libro en la cabeza”.

Calabozo de mujeres

Luego declaró Marta Susana Agazzini sobre su detención y la de su marido, Sergio Chaqui. Agazzini fue secuestrada el 29 de marzo del 76 al salir de la escuela donde se desempeñaba como maestra jardinera y cuando llegaba a casa de su suegra con dos de sus hijas, de 7 y 4 años.

“En la casa de mi suegra estaban las dos más pequeñas, de dos años y ocho meses. Cuando estoy saliendo con ellas se detiene un patrullero, bajan militares y me dicen que los tenía que acompañar. Me llevaron a mi domicilio, donde había militares que habían revuelto toda la casa. Me pidieron que buscara ropa y ropa para las niñas. Me llevaron a lo de mi suegra, dejamos todo y de ahí me llevaron a Tribunales”, refirió.




Su esposo fue detenido en la mañana de ese mismo día en el palacio de justicia. “Yo supe que estaba ahí en otro calabozo, pero no teníamos contacto”, agregó. Los que estuvieron a cargo del operativo de detención de la testigo “tenían uniforme marrón; me acuerdo de Mussere, otros que había visto en la ciudad pero no conozco los apellidos… Ellos sabían quién era uno. Mi esposo trabajaba en Tribunales así que conocía a los que trabajaban allí”.

Estuvo detenida un mes y dos días, tres semanas en los tribunales y después fue llevada a la cárcel de San Rafael hasta completar el mes. En la Departamental compartió detención con Bracamonte, Riera, Calívar, Porta y Martínez Baca. No obstante, había dos calabozos separados, uno para hombres y uno para mujeres. “Cuando yo llegué al calabozo había dos señoras jóvenes que a los dos días las retiraron, no sé los nombres. De ellas después no supe más nada. A los pocos días llegaron la señora Dauverné, Velázquez, Titi de Bracamonte, la señora Cosarinsky…”. También recordó a otra detenida en la cárcel “de apellido Osorio”.

Durante la detención la alimentación corrió por cuenta de amigos y familiares, recordó. “A nosotras nos cuidaban señoras policías, y para los hombres estaba la policía y hasta integrantes de la Banda de la Policía que hacían la vigilancia en los pasillos de los calabozos”.

Sobre los malos tratos y las torturas que recibieron, recordó que “los militares aparecían de visita. Mussere era el visitador diario, muchas veces en la madrugada, no permitían apagar la luz de los calabozos”. Y agregó: “El solo hecho de la detención sin ver a los hijos es una tortura diaria, psicológicamente es demasiada tortura. Una noche el mayor López vino a revolver los bolsos y me ofreció traerme a las nenas para que las viera. Lo rechacé porque no iba a poder tolerar apartarme de ellas nuevamente. No quería que ellas se ilusionaran y preguntaran. No tuve violencia física. Las condiciones psicológicas fueron muy tristes”.

Sobre los posibles motivos de su detención, la testigo repasó: “Me dijeron en Tribunales que estaba detenida por averiguación de antecedentes… Y yo tan ingenua pensé que iba a estar un día o dos. Yo soy de Rosario, pensé que con un llamado a Rosario iban a saber todo. En realidad me detuvieron por ser esposa de Sergio. Yo no tenía militancia política o gremial. Yo no tenía militancia en ningún partido”.

El secuestro de Ricardo Ríos

“No me acuerdo día, ni fecha ni hora. Eran como las 7 de la mañana, golpean a la puerta muy fuerte en mi casa de calle Alsina 956. Mi hermana me decía que se habían llevado a Ricardo, golpeado y subido a un baúl del auto, un Ford Falcon”, recordó Hugo Aldo Horacio Gamboa sobre la detención de Ricardo Ríos, desaparecido en el sur provincial el 29 de junio de 1976.




La familia se dispuso a averiguar qué había sucedido con Ríos y dieron con un oficial de apellido Benítez, a quien conocían de antes. “Fuimos a hablar con él para que nos asesorara pero nos aconsejó que no dijéramos nada”. Entonces contactaron al padrastro de Ríos, que trabajaba en la cárcel, pero tampoco se quiso involucrar. “Ese señor nos asustó, nos dijo que nos calmáramos. Quedó todo en la nada pensando que ya íbamos a tener noticias. Pero nunca tuvimos noticias, hasta el día de hoy no sabemos nada, no sabemos donde está, si lo mataron, no sabemos nada”, señaló el testigo.

Una vecina vio cuando le pegaban y lo subían a un Falcon. Ella le contó que había muchas personas armadas en la calle, en las esquinas. Pero no supo mucho más. Ríos y Gamboa trabajaban en una empresa de pintura y carpintería. Cuando se lo llevaron, “estábamos trabajando juntos en la casa del señor Chabrán que estaba en la Ballofet”, señaló el testigo.

“Supimos que había estado detenido en los sótanos de la Departamental”, aseguró. Años más tarde se enteraron de que los militares lo habían dejado salir pero a los quince días lo habían detenido nuevamente. “Yo pude charlar con él luego de la primera detención en la Departamental —relató—. Ricardo me dijo que le habían querido pegar con los ojos tapados”. Había visto al torturador y este, en venganza, le dijo “esto lo vas a pagar”. Cuando se lo llevaron, tenía una bebé recién nacida: “‘Usted se va a salvar por la bebe que tiene’, le dijeron a mi hermana”, según contó Hugo Aldo Horacio Gamboa.

Sobre la militancia política o sindical de Ríos, señaló que participaba “en el peronismo, con la juventud”. A veces le contaba cosas pero al testigo no le interesaban. “Él pintaba letras y lo hacía muy bien, varios partidos lo contrataban para pintar. Lo hacía después de hora, trabajaba en eso para ganar un peso más”. Según el testigo, con el paso del tiempo trascendió que Ríos había estado en los sótanos de Tribunales, CCD conocido como Casa Departamental.



 

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