Menos mal que aún hay gente desesperada rezando pero por el bien de la humanidad, aunque no se alcanza a comprender si los rezos son para la desaparición de un virus o de quienes nos quieren hacer creer que es mucho más letal de lo que en realidad es.
El coronavirus es potencialmente mortal, es decir, no es mortal, si lo fuera todos los enfermos del “temible virus” estarían muertos. Vemos día a día en los noticieros el aumento exponencial de los casos: “¡Llegamos a los 103 mil contagios en Argentina!”, dice la locutora y agrega el dato con horrible número de muertos, dejando para lo último, como menos importante que 103 mil no son ni remotamente las personas que están enfermas hoy, sino que ese es el número de personas que se enfermaron desde que comenzó la pandemia pero de las cuales casi 50 mil ya fueron dadas de alta
El problema de este virus radica –y radicó siempre y en todos los países– en su capacidad de contagio, pero no en su mortalidad. Esto significa que si hay 500 enfermos pero 400 camas, 100 se quedarían esperando una suerte de milagro extraño. Entonces lo que se necesita, es mejorar el sistema sanitario por si se complicara el número de contagios, pero no una cuarentena eterna en la que mientras tanto el sistema sanitario no se ve muy creciente que digamos: sólo por dar un ejemplo, las nuevas alas del hospital Schestakow aún no se inauguran.
No se puede desaparecer un virus, el Coronavirus no va a desaparecer a menos que desaparezcan –por sanarse o por morirse– todos los enfermos existentes. La vacuna podría ser de gran ayuda, pero primero tiene que crearse, llegar al país, ingresar a los sistemas de salud, que alguna cometa haga que el laboratorio “X” sea el encargado de fabricarla para los pacientes de Pami, etcétera. Mientras tanto, enfermos va a seguir habiendo… y gente muriéndose de hambre también.
¿Cuál es la lógica de que una familia no pueda sentarse en un camping al aire libre a almorzar, pero sí pueda hacerlo en un bar o en un restaurante? No, no estoy diciendo que deban cerrar los restaurantes o los bares, digo que es ridículo no permitir lo demás.
Es lunes, mi DNI termina en 8. Por ser número par, puedo ir a pagar en la Bolsa de Comercio donde me reciben lunes, miércoles y viernes; pero por ser un número ubicado entre el 6 y el 0, no puedo salir para pagar en la empresa de internet ya que allí puedo ir martes, jueves y sábado; y para pagar en un Pago Fácil debo esperar hasta el viernes porque los lunes atienden únicamente a los terminados en 0 y 1. ¿Cuál es el criterio muchachos? En definitiva, tengo que salir a la calle tres veces en la semana según qué es lo que desee hacer. Si van a “prevenir”, prevengan bien.
La aplicación “Cuidar” se podría transformar en “Contagiar”. Alguien que tuviera los síntomas y que debiera salir de urgencia, ¿pondría en esa “declaración jurada” que los tiene? Además, falla todo el tiempo. Ah, ¿y si no tengo celular?
“Los ingresos al departamento están prohibidos, no queremos turismo interno”. Pero en un viaje a Mendoza que hice hace algunos días, no me frenaron nunca en la ruta de ida y en el camino de vuelta lo hicieron dos veces, me tomaron algunos datos y me dejaron seguir sin el menor cuestionamiento. No lo hice, pero podría haberle mentido todo lo que se me diera la gana al gendarme y si bien claro está que radica en la conciencia y en la responsabilidad de cada uno el no mentir, Argentina no es un país que se caracterice precisamente por ser de lo más honesto.
Como estos meros ejemplos, hay muchos otros que tampoco se entienden. Aparentemente seguimos esperando la llegada del milagro para salir de la “cuaresma”.
Es muy fácil seguir estirando los tiempos de la cuarentena cuando todos los meses, sin ningún problema, llegan a la cuenta bancaria sueldos de entre 150 y 300 mil pesos. En este país con “buena gente”, que Dios y la patria nos lo demanden.
Por Max Belaeff
