La enorme crisis sanitaria que atraviesa el mundo entero nos obliga a pensar y repensar la forma en que vivimos, en una sociedad sumamente dinámica y globalizada.
Por ello es que quiero hablar de resiliencia. ¿Que es? Y como San Rafael puede y debe transformarse en una ciudad (y distritos) resiliente. Pero para eso es necesario contarles de que se trata ser resiliente. La RAE describe este término como: “la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro”.
Una vez explicado esto, y en consonancia con lo descripto, debemos pasar a ocuparnos del futuro. En el que deberemos ser capaces de curar nuestras heridas, en todas las dimensiones de la realidad social, además de las individuales. Dichas consecuencias, económicas, financieras, políticas, sanitarias, sumadas a las psicológicas, éticas y morales que se presentan y presentaran, tenemos que intentar verlas como una oportunidad de adaptación apelando al concepto de resiliencia.
Por eso, yendo al plano local, cuando la emergencia acabe será necesario elaborar un proyecto de desarrollo estratégico y sustentable, que convoque a todos los actores político-económicos y sociales a una gran mesa de trabajo.
Hoy el coronavirus deja en evidencia varias falencias que tenemos. Sobretodo cuando se vive dentro de sectores vulnerables. La precariedad habitacional, la falta de servicios elementales, la incomunicación, el hecho de ser un trabajador/a informal, dificulta la posibilidad de mantener una cuarentena en los términos que requiere. En Cuadro Benegas por ejemplo (distrito en el que vivo), la conectividad no es del todo buena, no contamos con cajeros de ningún banco, lo que en muchos casos nos obliga a romper el aislamiento teniendo que trasladarnos varios kilómetros. Por estas razones, y muchas otras que se nos ocurrirán al leer la nota es que insisto en la imperiosa necesidad de establecer un ámbito en el que estos problemas y muchos otros, puedan ser anticipados.
Las ciudades resilientes son aquellas que dan previsibilidad, adelantándose a problemas presentes y futuros, ofrecen seguridad estableciendo mecanismos de protección, son inclusivas con quienes más lo necesitan, y poseen la capacidad de adaptarse frente a la adversidad.
Espero que al terminar la emergencia sanitaria podamos aprender de la experiencia, y entendamos que la solidaridad, el compromiso y el respeto por el otro es la mejor oportunidad de vivir que tenemos.
Prof.: Facundo Chaca
Demás está decir que la expansión del coronavirus es algo que nos preocupa a todos. Y que las medidas preventivas que se han tomado, frente a una desconocida y veloz amenaza, ponen en evidencia la fragilidad de nuestros sistemas político, sanitario y económico en todo el planeta. Pero este no es el fin con el que escribo. Mi interés pasa por deliberar que va a suceder cuando esta crisis acabe. Porque así será. Y que podemos mejorar en la etapa post-coronavirus en el ámbito local, en San Rafael.
Por ello es que quiero hablar de resiliencia. ¿Que es? Y como San Rafael puede y debe transformarse en una ciudad (y distritos) resiliente. Pero para eso es necesario contarles de que se trata ser resiliente. La RAE describe este término como: “la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro”.
Una vez explicado esto, y en consonancia con lo descripto, debemos pasar a ocuparnos del futuro. En el que deberemos ser capaces de curar nuestras heridas, en todas las dimensiones de la realidad social, además de las individuales. Dichas consecuencias, económicas, financieras, políticas, sanitarias, sumadas a las psicológicas, éticas y morales que se presentan y presentaran, tenemos que intentar verlas como una oportunidad de adaptación apelando al concepto de resiliencia.
Por eso, yendo al plano local, cuando la emergencia acabe será necesario elaborar un proyecto de desarrollo estratégico y sustentable, que convoque a todos los actores político-económicos y sociales a una gran mesa de trabajo.
Hoy el coronavirus deja en evidencia varias falencias que tenemos. Sobretodo cuando se vive dentro de sectores vulnerables. La precariedad habitacional, la falta de servicios elementales, la incomunicación, el hecho de ser un trabajador/a informal, dificulta la posibilidad de mantener una cuarentena en los términos que requiere. En Cuadro Benegas por ejemplo (distrito en el que vivo), la conectividad no es del todo buena, no contamos con cajeros de ningún banco, lo que en muchos casos nos obliga a romper el aislamiento teniendo que trasladarnos varios kilómetros. Por estas razones, y muchas otras que se nos ocurrirán al leer la nota es que insisto en la imperiosa necesidad de establecer un ámbito en el que estos problemas y muchos otros, puedan ser anticipados.
Las ciudades resilientes son aquellas que dan previsibilidad, adelantándose a problemas presentes y futuros, ofrecen seguridad estableciendo mecanismos de protección, son inclusivas con quienes más lo necesitan, y poseen la capacidad de adaptarse frente a la adversidad.
Espero que al terminar la emergencia sanitaria podamos aprender de la experiencia, y entendamos que la solidaridad, el compromiso y el respeto por el otro es la mejor oportunidad de vivir que tenemos.
Prof.: Facundo Chaca