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Jorge Adrián Rueda: Pasión por el Karate

Jorge Adrián Rueda (35) es un karateka y docente que da clases en el dōjō Zen y en la Escuela Municipal de Karate. 


Se trata de un apasionado por este deporte, en cuya sangre corre desde muy chico las ansias por llegar lejos, especialmente porque su padre fue su primer maestro y a quien por supuesto, le está muy agradecido. 

¿Cómo llegaste al mundo del Karate?
Mi tío Omar “Cacho” Rueda fue el primer artista marcial de San Rafael, del sur de Mendoza. Aprendió Judo de la colonia japonesa, cerca de General Alvear y fue el único sanrafaelino (o no-japonés) aceptado para aprender Judo. Luego se presentó en los exámenes en Buenos Aires y japoneses lo graduaron con 3º dan por el nivel técnico que tenía.
Mi papá aprendió Judo con él y después continuó haciendo Karate a lo que yo me sumé. 


¿Qué edad tenías?
15 años cuando empecé con Karate, aunque practiqué con mi tío un poco de Judo cuando tenía 9 años.
¿Cómo ha sido tu crecimiento “de cinturón a cinturón”?
Cada graduación que rendí, siempre fue un objetivo y es lo que trato de transmitirles a mis alumnos: que no es que te lo regalan, sino que uno tiene que practicar y sentirlo. Cuando te otorgan el cinturón es como que sentís que te ganas a fuego… sufriste tanto, transpiraste tanto, metiste tantas horas de práctica para lograrlo que realmente, cuando te lo otorgan es una sensación única.
¿Desde hace cuánto tiempo que das clases?
En este dōjō tres años, pero he dado en diferentes lugares prácticamente durante 17 años, aproximadamente.

A veces existe un prejuicio sobre el Karate, como que “instiga a la violencia”. ¿Qué opinás al respecto?

Hay gente muy prejuiciosa, que piensa que al practicar un arte marcial (cualquiera), te ponés más agresivo, que potencia a la persona y que puede agredir a alguien. Eso es totalmente falso, ya que la persona que quizás tiene un carácter fuerte, al practicar se cansa y empieza a apaciguar esa energía, esa bronca, porque la canaliza en las clases. Puede ser pegándole a una bolsa, entrenando técnicas, haciendo combate, pero eso se canaliza, se baja y te vuelve más tranquilo, sos cero violencia. Me pasa que hay papás que piensan que el Karate lo va a hacer más violento al chico y no es así. 


Desde el punto de vista filosófico, ¿también se estudia el Karate?
Sí, creo que uno tiene que estudiar mucho lo que hace. No digo al punto de tener las respuestas de todo, pero estar seguro de lo que uno va a enseñar, porque tiene un trasfondo, un significado, no enseñarlo porque sí.
Todo lo que yo enseño, lo he practicado bien primero.
¿Hay relación entre este deporte y factores como la alimentación?
Sí, siempre, es fundamental. Les digo siempre a mis alumnos que si pueden ir a un nutricionista, que lo hagan porque uno tiene un desgaste físico alto y para poder mantener el ritmo tienen que estar bien alimentados. Además, es necesario dormir bien ya que si no, el cuerpo no responde. Pero eso es igual con otros deportes.
¿Qué premios has obtenido?
Tengo 20 años de competencia y uno de mis logros más grandes, fue haber sido subcampeón sudamericano de mi escuela. Fue un Sudamericano que se hizo en Mendoza. Después, he competido a nivel nacional, internacional obteniendo primeros y segundos puestos; actualmente estamos compitiendo en la Federación Argentina de Karate donde hay un nivel altísimo. Todos nos preparamos e incluso yo también estoy compitiendo para dicho evento. No es fácil, hay que estar en alto rendimiento y entrenar.


¿Algún referente que tengas o hayas tenido?
Hay muchos, pero mi papá –Jorge Rueda– primero, porque fue el primero que nos enseñó. Es mi referente porque siempre quise ser como él y me dio siempre mucho placer poder recibir clases de él. Después, tuve la oportunidad de conocer a nuestro maestro Saiko Shihan, con quien tuve la oportunidad de estar unas seis veces en seminarios en Argentina, Chile, Uruguay… es un ejemplo, con 75 años practicando y con la velocidad que tiene, uno dice “si él puede, yo puedo”.

Y además, deportistas como Junior Lefevre, dos veces campeón del mundo de la WKF (World Karate Federation o Federación Mundial de Karate). Tuve la oportunidad de conocerlo, de estar en un seminario con él y de charlar mucho y es algo que nunca me imaginé. Tuve la oportunidad gracias a un amigo de Chile, que lo trajo. Es uno de mis referentes y pude concretar el sueño de conocerlo.
¿Qué te queda por cumplir?
Hay muchos que se apuran por rendir danes, pero yo no es algo que persiga tan fuertemente. Yo voy tranquilo. Este año quizás me tocaba rendir 3º dan, pero no tengo la cabeza en eso, sino que estoy trabajando muchísimo con mi dōjō y con la Escuela Municipal de Karate para hacerla crecer y, realmente, poder compartirles a los chicos todos mis conocimientos.
Me queda seguir subiendo graduaciones, pero tranquilo. Y como deporstista, llegar a los logros más altos que pueda y en el momento que tenga que retirarme, tomar mucho aire y hacerlo, porque cuesta muchísimo.

¿Por qué “dōjō Zen”?
“Dōjō” viene de “lugar de práctica” y “Zen” de “meditación”. Es porque es eso: un lugar de entrenamiento y meditación.


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