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Los “hermosos caballos” de Samanta Pérez Cesaretti

Samanta Pérez Cesaretti (35), es una “ciudadana distinguida” de San Rafael, a la que le otorgaron ese reconocimiento por su incansable labor al frente de Tremo Kawell, una Organización No Gubernamental (ONG) que marcó un antes y un después en su propia vida y también en la de muchas personas que encontraron allí un lugar donde desarrollarse, donde trabajar sobre sus propias virtudes y un espacio para ser felices. 


¿Cómo nació todo esto que has armado?

Yo me fui a estudiar Psicología a San Luis porque en realidad, siempre quise ser psicóloga forense. Cuando estaba allá, vi un cartel que decía “equinoterapia” y dado que soy bastante curiosa y que me gusta saber de todo, dije “lo voy a hacer”. Lo hice y quedé súper enganchada con la temática y empecé como voluntaria en una fundación en San Luis en la que estuve 5 años. Después armé con una amiga un centro de equinoterapia en Potrero de los Funes. Cuando regresé a San Rafael, me vine con todo el entusiasmo de tener una iniciativa similar a la que tenía allá.
Entonces empecé a buscar lugar y en eso conocí al doctor Alberto “Beto” Eztala que –sin conocerme– me prestó el predio en una relación de palabra, nunca firmamos nada, siempre supimos y respetamos la palabra de uno con el otro. 

Como al principio no teníamos caballos, empezamos con atletismo en la finca de una profesora que en ese momento estaba con nosotros. Cuando Beto nos presta el lugar, conseguimos un veterinario –Ariel Blois– que trabaja allí. Estuvimos 3 años en los que fuimos sumando bochas y distintas disciplinas porque lo que yo quería era ampliar el abanico de posibilidades de las personas con discapacidad en nuestro departamento. Pensemos que hace alrededor de 7 años dentro del imaginario social “deporte para personas con discapacidad” podía relacionarse con el fútbol, con el atletismo, pero nadie imaginaba verlas jugando al tenis o a un chico en un mundial de equitación. Te decían “no, los caballos con la discapacidad no”. Eran disciplinas que a nivel local no estaban desarrolladas, pero que a nivel mundial, sí. Mi ilusión fue intentar abrir ese abanico y me salió bien. Es que la Fundación Tremo Kawell surge como un espacio de rehabilitación y sociabilización. Ocurrió que si bien nosotros teníamos como objetivo rehabilitar, los chicos lo superaron. Nosotros nunca planteamos un techo, porque si bien uno se pone objetivos, cuando los traspasan significa que tenés que hacer una transformación. 

¿A qué te referís con “superar”?
Por ejemplo, pensábamos en los caballos en una instancia de rehabilitación y nada más, y no, si bien fue una instancia de rehabilitación, hubo chicos que gracias a esos apoyos empezaron a caminar, hablar y a adquirir habilidades para comenzar en otra faceta de lo que es la disciplina que es la equitación deportiva. Por ejemplo, Santiago Salas fue en 2015 a Los Ángeles (Estados Unidos) a competir y creo que él fue el punto de inflexión donde dijimos “acá hay objetivos que superamos ampliamente y los chicos nos están pidiendo otra cosa”. Fue una decisión conjunta, que se fue dando dentro del espacio de trabajo. 


¿Qué significan “tremo kawell”?
Significa en mapuche, “hermoso caballo”. Nosotros tratamos de sostener y mantener la cultura ancestral trabajando en la naturaleza, respetando los espacios. Por eso el vínculo que tenemos con los caballos es muy particular. 

Si ves mis fotos, yo no obligo al caballo –desde ningún punto de vista– a que se acueste para que me pueda poner a su lado ni a que me dé un beso en la frente. Eso surge y nace solo, yo no creo en el liderazgo impuesto, ni siquiera por una recompensa, porque creo que eso no es respetar a la naturaleza, nosotros tenemos que brindar el espacio para que la naturaleza se dé. Nosotros lo dejamos suelto al caballo, si él se acerca, disfrutamos de ese espacio que quiere compartir cuando ya terminamos la tarea. Si no, lo dejamos. Intentamos respetar en lo más posible, un espacio que también nosotros hemos trasgredido, porque ellos –por naturaleza– deberían estar libres. Yo siempre digo que los nuestros son “caballos maestros” que únicamente se utilizan para la terapia, no para cabalgatas. Son respetados como maestros, como parte de la familia y se utilizan solamente para esto, sin fustas, espuelas ni nada.

Si bien participamos de competencias de salto por ejemplo, lo hacemos con el cuidado que se tiene que tener hacia el caballo. Si los chicos usan la fusta, la llevan al lado sin moverla ya que el caballo con solo verla, sabe que se tiene que apurar. Yo no permito que la usen.

El caballo en realidad se trabaja con las piernas, si tenés el vicio de la fusta, se vuelve “más fácil” y no se talonea más.

¿Qué significa para vos Tremo Kawell?
Para mí es una filosofía de vida, una decisión personal, es algo que me vino dado desde otro espacio y que creí que lo había construido yo, pero con el paso del tiempo me di cuenta que esto estaba dado y que era un camino que tenía que recorrer de alguna manera. Quise irme por un lado y me mostraron que ese no era el camino. Digo que es “algo que viene dado” porque hemos pasado muchas cosas buenas, pero también tuvimos muchas dificultades a lo largo de los años, con lo que hemos pasado cualquier persona habría dicho “listo, hasta acá llegué”. Yo me siento parte, si bien soy un ser individual, Tremo Kawell y yo somos casi una misma cosa. Me pasa que por Tremo Kawell dejo de ver a mis padres si es necesario, porque si me tengo que ir a un viaje me voy y me pierdo un cumpleaños… Yo siento que es un camino que hay que hacer. Por ahí al principio eso es algo que no se entendía, pero ahora todos los entienden y en la medida que puede cada uno está involucrado, pero es difícil. 

Las cosas que hacemos en Tremo Kawell son para toda la sociedad, no sólo para el chico que va, sino para que haya un efecto multiplicador en toda la sociedad. 


¿Cómo se compone el equipo?

De los que arrancaron conmigo hace 7 años, ya no queda ninguno y eso es una cuestión lógica ya que todos tienen que trabajar. Digo que “es una filosofía de vida” porque martes y jueves los dedico ahí. No es que me sobre la plata pero tampoco me falta, y con tener para comer me alcanza. Eso también es una elección.

Al ser una ONG, hay una comisión directiva en la que yo soy la presidenta. Además está conformada por profesionales y padres. Antes era parte de mi familia la que estaba en la comisión y pusimos plata entre todos porque para armar una ONG tenés que hacer un depósito; yo doné un caballo que tenía; se donaron monturas y cosas para poder armarla. Cuando ya estaba armada se hizo una segunda comisión de padres y ahora, en esta tercera etapa se unificó entre padres y profesores, que están muy involucrados desde hace 4 años.

Dentro del equipo tenemos dos instructoras de yoga (que dan ese taller específicamente), tenemos una profesora de educación especial, que da el taller de arte, aunque no es permanente, sino que “usamos el arte para hablar de”, por ejemplo si queremos hablar del futuro, decimos “dibujen el futuro”. Empezamos a tratar temáticas a través del arte (no enseñamos a dibujar, sino que es un espacio de reflexión). También hemos hecho talleres de alfarería para conectarnos con la naturaleza o todo lo que tenían nuestros ancestros.

Hay dos instructoras que están desarrollando toda la parte de fútbol, que si bien no son profesoras, son jugadoras de fútbol, tienen mucho conocimiento, les gusta y entendí que tiene que ser así, que tengan la pasión y la desarrollen. Yo elaboro los entrenamientos y ellas los van desarrollando. En todos los deportes es así: yo elaboro entrenamientos y los desarrolla quien esté preparado para esa actividad.

En equitación, tenemos a los auxiliares de pista que son los mismos papás, a los que hemos ido formando en nuestra “concepción de caballo”, ya que si no, no se puede.

En total no somos muchos, somos siete y en algún momento llegué a ser sólo yo.

¿Qué cantidad de chicos llegaron a estar con ustedes?

En este momento tenemos 35 con discapacidad, y lo más importante –y que es uno de los proyectos que siempre rescato– es un proyecto que hacemos con Suricana y que es el de “Atletas unificados”. Ahí hay alrededor de 25 de Suricana y nosotros tenemos cerca de 15. Es un montón porque hay que pensar que son adolescentes que podrían estar haciendo otra cosa y en vez de eso, están entrenando, compartiendo junto a personas con discapacidad como uno más del grupo. 


Cuando decís “discapacidad”, ¿a qué tipo te referís? Cuando hablamos de “personas con discapacidad”, la fundación está abierta a cualquiera. Hay seis tipos de discapacidad: mental, intelectual, física-motora, física-visceral, sensorial-auditiva y sensorial-visual. Cualquiera de ellas puede ingresar. Nosotros solicitamos una derivación médica por cualquier caso en particular que pudiera existir dentro del diagnóstico médico que pudiera limitar alguna actividad, pero como hacemos muchos deportes, el que no puede andar a caballo, puede hacer yoga, puede jugar a las bochas… Incluso tenemos una chica que por una problemática específica cardiológica no puede hacer ninguna actividad, entonces estamos armando un espacio auxiliar para que haga yoga ya que eso puede hacer un poco.

Yo siempre digo que el objetivo central es “formar sujetos”, pero también brindarles un espacio de pertenencia, porque te encontrabas con chicos que –hace 7 años– no hacían nada, que estaban todo el día en la casa. Hoy tenemos más centros de día y un montón de cosas, pero en ese momento no tenían ningún grupo de pertenencia. Tal vez iban a una institución pero no tenían amigos, no se podían juntar en la casa, no podían salir. También por eso se generó todo.

¿Qué te dice la gente respecto de Tremo Kawell?, ¿qué te dice la gente que ha pasado por ahí?
La verdad es que creo que nadie se esperaba el fenómeno que hoy es. Es un aparato social en sí, que está luchando por los derechos de las personas con discapacidad y también sin discapacidad, haciendo visibles muchas cosas. Hay muchas palabras que nosotros no conocemos y que visibilizan realidades, entonces nuestro objetivo es justamente ese: que todo el mundo conozca qué es la discapacidad, qué son los “Atletas unificados”, porque todo tiene un mensaje que nos sirve para mejorar como sociedad. Los chicos esperan los martes, los jueves y los sábados para ir a montar. Incluso los que no saben leer ni escribir saben cuándo es martes, cuándo es jueves y cuándo es sábado porque van a los caballos… para ellos es un segundo hogar, es que cambió su vida total y plenamente. 


¿Puede ir cualquiera, de cualquier edad?
Sí, pueden ir de cualquier edad. La persona más chiquita que tenemos –y que no posee discapacidad– tiene 2 años y 3 meses, y el más grande tiene 70. Puede ir cualquier persona, no necesariamente con discapacidad porque se tratan un montón de problemáticas. Tenemos yoga, entonces puede que haya gente que quiere tomar una clase y que quizás no se siente a gusto montando (aunque después terminan montando todos). Pasa que el caballo da un poco de miedo al principio al que no está en relación con ellos.
Yo también invito a mucha gente a que vaya y se siente a tomar mate, porque el espacio te invita. Tenés que hacerlo y vivirlo, la energía que hay en ese lugar es totalmente diferente.

¿Desde el Estado necesitan una mano?
Lo que hemos logrado después de mi reconocimiento (como ciudadana distinguida), fue podernos juntar con el intendente y plantear las necesidades que tenemos en cuanto a mejoramiento del predio. Vamos a hacer el Latinoamericano de Equitación y para hacerlo tenemos que tener las pistas con arena (que lo que hace es amortiguar el impacto de una caída), ya que tenemos una sola y la otra no. Quedamos con el compromiso y nos vinculó con una persona que va a ser nuestro nexo en Obras Públicas.
Nunca hemos pedido un subsidio de mucho dinero, lo que necesitamos son “maderas y palitos” para cerrar el predio, cosas así.
Necesitamos una mano en mejorar el predio, y si se da, va a ser más liviano todo.
Materiales deportivos siempre nos hacen falta porque todas las pelotas que teníamos nos las robaron. Hace falta también aros, conos, un juego de bochas (queremos hacer la cancha de bochas y tenemos dos, y se necesitan cuatro bochas rojas, cuatro negras y un bochín); pelotas tenemos tres que son de los mismos chicos que las llevan y van entrenando con eso. Después, específicamente de caballos, necesitamos monturas, riendas para ir intercambiando. Eso es más difícil porque es más caro. Pasa que son monturas de equitación inglesa y es más específico.

Si alguien necesita unirse a Tremo Kawell, ¿cómo puede hacerlo?

Se pueden comunicar por Facebook buscando “Tremo Kawell” o a mi teléfono, 2604640491.

¿Dónde está Tremo Kawell?
En el predio de SUTE, en El Toledano al 2500 aproximadamente. Estamos desde la tranquera de ingreso, unos 200 metros hacia adentro.
Las personas como Samanta son mucho más que “ciudadanas distinguidas”, son personas que marcan la diferencia y que se destacan como ejemplo de vida para toda la sociedad.


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