Se trata del
nuevo certamen que promueven un grupo de clubes y que Moyano trata
de bloquear. Apunta a generar más
ingresos económicos que permitirían sacar a las instituciones más chicas de la
crisis terminal que enfrentan.
La Superliga
es el camino que un grupo de clubes -liderados por Daniel Angelici de Boca,
Rodolfo D'Onofrio de River y Matías Lammens de San Lorenzo- buscan transitar
para salir del caos institucional y la crisis económica terminal en la que se
encuentra el fútbol argentino. Es una alternativa que apunta a engordar los
recursos económicos y a establecer una distribución de recursos entre las
entidades más chicas y las más grandes más justo e igualitario. Además, un
punto clave es la transparencia que tendrá el reparto de los recursos.
Sin embargo,
el proyecto chocó con una muralla que supieron levantar el jefe de
Independiente, Hugo Moyano, y su yerno, el mandamás de Barracas Central,
Claudio "Chiqui" Tapia. Lo hicieron con la típica
"gimnasia" sindical de formar "masa crítica" para
presionar. El primero -se sabe- es cacique de los camioneros y el segundo
también es dirigente de ese gremio y, además, es director de los rellenos de
basura de la CEAMSE.
Desde ese
lugar de poder, la dupla Moyano-Tapia obstaculizan un proyecto que no pocos
clubes admiten que rompería la espiral de decadencia en la que está la AFA post
Julio Grondona. Hoy, de hecho, hicieron valer esa "mayoría" númerica
para vaciar una reunión que buscaba avanzar con una definción.
El
campeonato argentino ha tenido múltiples modificaciones en los últimos
años: ha sufrido cambios en su forma de disputa y en el modo otorgar pasajes a
los certámenes internacionales, como así también en las cantidades de descensos
y ascensos desde el Nacional B. La Superliga que empujan los clubes es
un certamen que no dependería de la organización de la Asociación del Fútbol
Argentino (AFA) y que se jugaría por fuera de su órbita.
El objetivo
de este nuevo sistema sería brindar una mayor competitividad al fútbol
argentino y, a la vez, generar una distribución de los recursos
económicos más favorable para los clubes, también a los denominados
"chicos". De crearse la Superliga, esta se manejaría a partir de
las determinaciones de un ente separado de la AFA y conformado por los
clubes participantes en el certamen. Esta entidad organizaría el torneo de
Primera División, que tendría una reestructuración en cuanto a la cantidad de
equipos que la integran, como así también el Nacional B.
La
organización de este nuevo certamen prevé un nueva distribución de los
recursos económicos entre los clubes, como así también la potestad sobre la
administración y comercialización de los derechos de televisación. Bajo
el ala de la institución de la calle Viamonte quedaría el manejo del resto de
las divisionales de ascenso y las selecciones nacionales.
Entre los
cambios más importantes que introduciría la Superliga están la vuelta
paulatina a un campeonato de Primera División conformado por 20 equipos y la
redistribución de los ingresos generados por esa competencia. En principio, la
máxima categoría recibiría alrededor de un 85% de los recursos que se generen
en el fútbol. Este dinero se repartiría un 50% en partes iguales entre todos
los clubes y el 50% restante en relación a un ranking confeccionado en base a
títulos conseguidos, cantidad de socios, etcétera.
Mientras que
Rodolfo D'Onofrio (River), Daniel Angelici (Boca), Matías Lammens (San Lorenzo)
y Víctor Blanco (Racing) son sus principales defensores e impulsores, Hugo
Moyano (Independiente) y Claudio "Chiqui" Tapia (presidente de
Barracas Central y uno de los máximos referentes de los clubes del ascenso) se
han expresado en contra.
Se trata de
una iniciativa similar a la que ya se implementa en España. Es por eso
que esta tarde disertó en el predio de AFA Javier Tebas, presidente de la Liga
Española de Fútbol, para dar cuenta de los beneficios que tuvo este sistema en
su país.
Fuente:
Infobae