Me juré que no iba a
escribir nada. Que me iba a quedar en el molde. Si total, ¿para qué? Si ya
está. Pero no.
Hay algo adentro que me
obliga a sacarlo y lo tengo que decir. Y quien quieran oir (o leer), que oiga.
Algunos habrán creído que
por tener un presidente que baila y una vicepresidenta que se luce en el
karaoke algo iba a cambiar en este país. Y la verdad que no. Hay cosas que no
van a cambiar nunca. Jamás.
Y escucho gente que me
dice y quizá con razón: "No generalices, si fue uno solo. No somos
todos".
Y no, viejo. No puedo con
mi genio. Ese energúmeno que escupió a Messi en el aeropuerto de Japón no es
uno solo. No. Ese estúpido que no aceptó perder en la buena ley le faltó el
respeto a un pibe que jamás se mete con nadie. Nos manchó a todos. Porque por
todos lados del mundo se lee el titular: "Hinchas argentinos insultaron y
escupieron a Messi". Ven. Somos todos.
¡Encima a Messi! El tipo
que hasta tuvo la delicadeza de pedir perdón por hacerle un gol a un equipo
argentino. Mire usted la tamaña pelotudez. ¿Perdón de qué, Messi? Perdón te
tenemos que pedir nosotros. Todos. De punta a punta del país.
El tipo le pide perdón a
un club que no le quiso pagar el tratamiento de crecimiento que sí le pagaron
en España. Mira vos. Hasta esa caballerosidad tiene.
Mientras tanto, un
estúpido lo insulta y lo escupe vaya a saber Dios por qué.
O quizá sí sé por qué.
Porque en este país que no es el de ese solo, hay Riales frente a la televisión
haciendo a la cacerola la vida de otras personas. Y se cagan de risa.
Esos mismos dicen que
Messi no canta el himno, que es un boludo, que es un pecho frío, que no siente
la camiseta de nuestro país y cuantas barbaridades más que otro grupo de giles
repite y repite.
Entonces, querido y
estimado Lionel Messi, junte mucha saliva y escupa usted. Échenos un buen gallo
a los argentinos. Bien en la cara. Para que se limpie un poco toda la mugre.
Y ya si puedo pedir algo
más, si ese mamarracho llamado Fifa algún día acepta a la Selección de
Cataluña, hágame el favor de ponerse la 10 y ser campeón mundial si es posible.
Porque allí sí lo tratan
con el respeto que se merece y con la admiración que se ha ganado por ser una
persona de bien y un maravilloso, único e irrepetible futbolista.
Escupa, Messi. Hágalo por
nuestro bien.
Hernán Laurino -
periodista.